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356 Mission Rd. abrió en enero de 2013 como un espacio temporal para actividades artísticas y comunitarias en Los Ángeles. Desde su apertura el espacio ha presentado más de 300 eventos gratuitos que han incluido exposiciones, conferencias, conciertos, lecturas, performances, charlas y coloquios, talleres y otras actividades presentadas por una diversidad de profesionales de Los Ángeles y otros lugares. Además del programa de actividades y exposiciones, servimos de sede para talleres infantiles y ponemos nuestras instalaciones a disposición de artistas y miembros de la comunidad, todo ello de manera gratuita. Hemos participado activamente en la recaudación de fondos para causas locales además de donarles nuestro espacio, tiempo, energía y recursos. Entre ellos están REACH LA, The Smell, Proyecto Pastoral, ACLU, y Kitten Rescue, siempre donando a estas organizaciones sin ánimo de lucro el 100% de la recaudación recibida a través de las donaciones de acceso sugeridas.
Alquilé 356 en 2012 como un experimento para la creación de exposiciones, pues no tenía entonces ninguna muestra o exposición en LA y quería desarrollar un proyecto en mi ciudad. Mi intención era usar el espacio como un estudio donde crear un nuevo corpus de obra y abrirlo luego al público después de acabar los cuadros, evitando así que la producción y exposición de las obras estuvieran sujetos al calendario de una galería. Lo que eventualmente se convertiría en 356 Mission se formó en colaboración con Wendy Yao, fundadora de Ooga Booga, que en 2004 lanzó su librería independiente en Chinatown, y el galerista Gavin Brown, que trabaja conmigo desde 1996. Firmaros un contrato de alquiler de un año con la sola intención de acoger eventos y actividades gratuitas durante el tiempo de mi exposición 12 Paintings (12 Cuadros). Después de darnos cuenta de que había más artistas buscando espacios para presentar su obra, decidimos extender el contrato de alquiler y dejar el espacio abierto para presentar otras exposiciones y eventos.
El área y la comunidad que rodean 356 Mission tienen una importancia profunda para mí. Cuando me mudé a Los Ángeles en 1992 vivía y trabajaba cerca de Mission Road. He seguido viviendo y trabajando en la parte este de LA por los últimos 25 años, un tiempo durante el cual he enseñado en varias universidades locales y prestado servicio en las juntas de varias organizaciones sin ánimo de lucro. La zona donde se encuentra 356 está designada como de “industria ligera”, e históricamente los artistas habían alquilado espacios ahí mucho antes de que yo arrendara mi primer estudio en 1992. Antes de 2012, cuando firmamos el alquiler de 356, la propiedad se utilizaba como almacén para el negocio del propietario, lo que todavía sucede con los edificios adyacentes. Antes de eso, era un espacio para almacenar pianos. Nunca ha habido residencias en la zona designada como de industria ligera. Según la codificación zonal actual, el inmueble tampoco puede ser utilizado como vivienda.
No somos propietarios del espacio, y pagamos arrendamiento a precio de mercado; no tenemos relación con ningún promotor inmobiliario. Todas las personas que trabajan en 356 Mission reciben un salario justo y tienen opción a beneficios de salud –excepto los fundadores, que nunca han recibido compensación por el trabajo que desarrollan en el espacio. Nuestro personal consiste en ocho empleados fijos y varios a tiempo parcial, algunos residentes de Boyle Heights. Debido a que nuestro objetivo no es obtener beneficios, sino mantener y ampliar nuestra programación, siempre hemos sufrido pérdidas económicas anuales que hemos cubierto de nuestros propios bolsillos.
En febrero de 2017 algunos manifestantes llegaron por primera vez a protestar uno de nuestros eventos, insinuando falsamente que el espacio está asociado con agentes inmobiliarios y es responsable del desalojo de residentes de bajos recursos. Respeto el derecho de los individuos a protestar de manera segura y pacífica, y a que sus voces sean escuchadas. Aunque no estamos de acuerdo con la retórica y las acusaciones de estos actuantes, compartimos con ellos el objetivo de crear un mercado habitacional más justo. El mercado de la vivienda en LA sufre una crisis acuciante que afecta a muchas comunidades, y Boyle Heights es especialmente vulnerable a la subida de los alquileres y a la desigualdad. La relación entre la gentrificación y el arte es un tema de discusión acuciante para la comunidad artística, los líderes cívicos, y especialmente los residentes del barrio. Creo que debemos presionar al gobierno local, a los propietarios y a los promotores inmobiliarios a impulsar legislación que proteja y dé abrigo a todos los Angelinos. La vivienda asequible es un derecho humano, y todos los angelinos necesitamos de todo el apoyo disponible para afrontar la crisis de la vivienda. Creíamos compartir algunos de estos objetivos con los manifestantes, y esperábamos colaborar con ellos en la resolución de este problema en Boyle Heights.
Tras negarse a entablar un diálogo, los manifestantes aumentaron sus tácticas agresivas distribuyendo más información falsa sobre nosotros a través de cuentas anónimas en los medios sociales y amenazando a nuestro personal y a los presentadores de la galería, incluidas personas que también forman parte de comunidades vulnerables. Hacemos las cosas de cara al público; tenemos una dirección y un número de teléfono. Estamos abiertos a la crítica y a la discusión. Esto ha permitido que se nos lanzaran insultos anónimos y se dejaran amenazas de muerte en nuestro buzón de voz.
Antes de la protesta inicial habíamos pedido muchas veces reunirnos directamente con el grupo en cuestión, desde julio de 2016. Después de repetirnos en muchas ocasiones que no podían reunirse con nosotros, accedieron a hacerlo en mayo de 2017. Esperábamos llegar a un acuerdo para resolver cuestiones que enfrenta nuestra comunidad, pero se rechazaron todas nuestras propuestas, desde la de trabajar conjuntamente en comprar terrenos para la comunidad, promocionar campañas por cambios legislativos específicos, hasta ofrecer servicios de lavandería y talleres para niños. Los manifestantes insistieron por el contrario en su única exigencia, que finalizáramos nuestra actividad de manera inmediata, disolviéramos 356 Mission y les entregáramos las llaves para propósitos no establecidos. Insistieron en que cualquier reunión posterior se daría sólo si accedíamos a estas exigencias.
Nos hemos preguntado a menudo si cerrar 356 y abandonar nuestro contrato de arriendo estabilizaría los precios de los alquileres o ayudaría a frenar los cambios al vecindario que animan los agentes inmobiliarios para seguir aumentando los precios. Después de muchas investigaciones, consultas y discusiones, siempre hemos llegado a la conclusión que abandonar nuestro contrato de arriendo e irnos no contribuiría a aliviar la crisis de la vivienda ni frenaría el crecimiento. El tema es muy complejo y tiene muchos niveles, y no se apoya solamente en la existencia o ausencia de galerías. Barrios como Highland Park, Glassell Park, Echo Park, y Silverlake se han gentrificado recientemente sin contar con un escenario artístico similar. Los planes de desarrollo a gran escala para Boyle Heights –como la extensión de la línea de Metro de 2009, los planes de revitalización de 6th Street Bridge, y la propuesta del Corredor de Biotecnología de USC—ya existían mucho antes de que firmáramos el contrato de arriendo en Mission Road.
Creo en nuestra labor y en todos los artistas, músicos, actores, y escritores que han presentado su obra en 356. Boyle Heights ha sido desde hace mucho tiempo un centro de producción artística y cultural, y 356 es sólo una adición pequeña y relativamente reciente a esta extraordinaria comunidad de artistas. Nos hemos reunidos con muchos de nuestros vecinos, una comunidad diversa con variados puntos de vista sobre cómo enfrentar temas acuciantes como la crisis de la vivienda y el desplazamiento. Además de la exigencia de cierre expresada por los manifestantes, hemos oído las voces de apoyo de artistas, asociaciones comunitarias, familias e individuos que quieren que 356 mantenga abiertas sus puertas. Además de satisfacer necesidades apremiantes y contar con instalaciones básicas, los miembros de cualquier comunidad, grupo étnico, o clase social se benefician del acceso a educación y arte de calidad. No creemos que en una sociedad sana y pujante haga falta sacrificar el acceso a una ni a la otra. Siempre he estado y estoy lista a entablar diálogos productivos que resultan en acciones efectivas para luchar por la resolución de los problemas que afectan a nuestras comunidades, y sigo comprometida a ello.
Laura Owens
Noviembre de 2017